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MOMOTARO NO DENSETSU

"Hace cientos de años, a la orilla de un río, vivían un viejo y honesto leñador y su mujer. Una mañana, el anciano fue a la montaña con su hacha para juntar leña, mientras que su mujer se dirigió al río para lavar la ropa. Al llegar allí, vio un brillante melocotón flotando en la corriente; lo recogió y lo llevó a su casa para ofrecérselo a su marido cuando éste regresara. Al volver el anciano, su mujer le sirvió el melocotón y, justo antes de llevarselo a la boca, el melocotón se abrió por el medio y un pequeño bebe llegó al mundo. La pareja de anciano decidió adoptarlo y criarlo como si fuera suyo y, ya que había nacido de un melocotón, decidieron llamarlo Momotaro (momo = melocootón, taro = sufijo para nombres masculinos)

Los años pasaron y Momotaro creció fuerte y valiente, hasta que un día se presentó ante sus padres adoptivos y les dijo: "Voy a la isla de los Oni, para recuperar las riquezas que tienen escondidas. Por favor, recen por mí". Luego miró a su madre y continuó: "Por favor, cocíname unos bollos de mijo (planta similar al trigo, originaria de la India) para el viaje". Sus padres prepararon los bollos y, luego de abrazarlo fuertemente, su hijo emprendió su viaje.

Mientras caminaba se encontró con un mono ( que saltaba a su alrededor y preguntaba "Kya! Kya! Kya! A dónde te diriges, Momotaro?" Finalmente, el joven contestó:

-" Voy a la isla de los Oni para recuperar sus tesoros".

-" ¿Y qué llevas en tu bolsa?"

-" Los mejores bollos de mijo de todo Japón".

-" Si me das uno, te acompañaré", dijo ansioso el mono, por lo que Momotaro decidió que era un buen trato y le cedió uno de sus bollos.

Siguieron caminando y de repente oyeron a un faisán ( que los llamaba: "Ken! Ken! Ken! A dónde te diriges, Momotaro?". El joven contestó al igual que antes y de la misma forma el faisán se unió a su grupo al recibir uno de los bollos.

Tiempo después escucharon a lo lejos ladrar a un perro :

-" Wan! Wan! Wan! Hacia dónde te diriges, señor Momotaro?"

-"Voy donde los Oni a buscar su tesoro".

-" Si me das uno de esos ricos bollos de mijo, te acompañaré"

-" Con todo gusto", respondió Momotaro continuando así su camino junto al mono, el faisán y el perro.

Al llegar a la isla de los ogros, el faisán voló sobre la torre del castillo, el mono trepó por las paredes y Momotaro, guiando al perro, abrió las puertas de la fortaleza. Allí lucharon fieramente contra los Oni, que terminaron huyendo; excepto su rey, a quien hicieron prisionero para que así el resto de los ogros tuvieran que obedecer a Momotaro y le trajeran sus tesoros escondidos. Entre ellos, había cascos dorados y capas de invisibilidad, toda clase de joyas, corales, inciensos, esmeraldas, caparazones de tortugas, ámbar y montañas de oro y plata.

Así, Momotaro regresó a su casa cargado de riquezas y mantuvo a sus padres adoptivos en el mayor lujo y comodidad por el resto de sus vidas.

1 comentarios:

Asure dijo...

Bonita historia, haber cuando me cruzo yo con un melocotón que traiga a uno así xDD