El día 12 de Octubre, día de las fuerzas armadas, los miembros de Miryoku no Sekai teníamos una visita pendiente. Se trataba de la muestra Japan Maison realizada en el Palacio de Congresos.
Ya en la entrada la organización, tan bien dispuesta, llevada por profesionales japoneses y avalada por la Embajada de Japón, nos tenía preparada una sorpresa, un pequeño obsequio del país nipón.
La muestra comienza lanzando una mirada al pasado mediante unas reproducciones de ukiyo-e. En ellos podemos ver desde escenas mitológicas con dioses, demonios y héroes hasta escenas de la vida cotidiana que hicieron tan popular este género, denominado del “mundo flotante”. Entre las representaciones que allí podíamos ver me gustaría destacar, por folclore, y por un interés personal hacia las gestas de guerreros míticos, las relativas a Momotaro o al noble Raika. En concreto quedé extasiado contemplando dos estampas: “Momotaro sujetando una carpa” y “Raika a punto de decapitar al demonio Shuten Doji”. En la primera aparte de un profundo estudio del color y la masa acuosa, interesa el movimiento contenido del pez y como el autor ha sabido conjugar la estática figura de Momotaro con la ascendente e inquieta carpa, provocando en la obra una tensión palpable en las líneas verticales. En la segunda podemos ver un estudio de cada uno de los personajes, diferentes actitudes, poses, y ante todo el Demonio que pese a estar en posición vulnerable y adormilada, esboza una sonrisa vencedora o irónica.
No todo es oro lo que reluce, y como en muchas muestras, de muchas galerías, en muchos países, la eterna batalla objetividad-subjetividad que planea sobre al arte contemporáneo cual ave carroñera también se dejó ver, en tanto que quizás se podrían haber ahorrado exponer alguna decena de obras.
Sin embargo puedo atestiguar que el grueso de la muestra estaba bien nutrido de obras interesantes y o bien con una buena carga de artesanía o bien propias obras de ARTE. De entre ellas me gustaría mencionar a varias obras que me llamaron especialmente la atención.
Al salir de la muestra, los siempre atentos y amables galeristas japoneses te daban un papel y un lápiz para que rellenaras diciendo, cual había sido tu obra favorita, artista y explicar el porqué. En mi caso, tuve que elegir la obra que mejor impresión me causó, fruto de la mano de Kakimi Eho, se trata de “Sintiéndose bien debido al tiempo fresco”. Una obra típica japonesa, monocroma, pintaba a base del pincel e un pelo, etc... algo necesario a la vez que obvio en una muestra de artistas japonses, por muy en siglo XXI que estemos. Dos cangrejos y varios juncos o cañas de bambú, una alusión a una zona fresca, una laguna, un río, un lugar que llama al verano, y por tanto a la dulzura de poder gozar de un tiempo fresco en pleno bochorno. Una composición muy acertada, donde las horizontalidades que marcan los cangrejos se ven paliadas y superadas por las verticalidades de las vegetaciones. Un estudio de la perspectiva, del movimiento y de la naturaleza en general. En una época donde la palabra “sensibilidad” es utilizada a la ligera y como sinónimo de subjetividad por aquellos que precisamente carecen de tal virtud, encontramos esta joyita, que plasma lo sensible y provoca la sensación que reza acertadamente en el título de la obra: frescor.
Marcos Sala.
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