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leyenda del maneki neko

En el siglo XIII, había un templo pobre y derruido en Tokio. El sacerdote del templo era muy pobre, pero él compartía todo lo poco de comida que tenía con su gatito, Tama.
Un día, a un hombre adinerado e importante le pilló una tormenta mientras estaba cazando y fue corriendo a refugiarse bajo un árbol grande cerca del templo. Mientras esperaba a que pasara la tormenta, el hombre vió a un gato que lo llamaba y se adentraba en la verja del templo. El hombre se sorprendió y decidió dejar el resguardo del árbol para poderse acercar a donde se encontraba el gato raro. En ese momento, el árbol cayó fulminado por un rayo. Gracias a esto, el hombre rico se hizo amigo del sacerdote y su gato, con el tiempo donó grandes cantidades de dinero y nunca volvieron a tener hambre.

Cuando el gatito Tama murió, fue enterrado en el cementerio de gatos del templo de Goutokuji con gran respeto y amor, y un Maneki Neko fue erigido en su honor. Un Maneki Neko en el trabajo o en la casa trae buena suerte a sus visitantes.

Maneki Neko es Japonés y significa "el gato que llama". El mensaje que lleva en su mano dice "Por favor, entra. Eres bienvenido" y suele mostrar un gesto como de llamada con la otra pata.


"En un atardecer, un príncipe regresaba a caballo a su castillo por un bosque, cuando de repente se atravesó un gato que se paró frente a su brioso caballo. El príncipe, que como todos los japoneses amaba a los gatos, para no lastimarlo detuvo su caballo y lo dirigió hacia un lado del camino. Pero el gato se paró una vez más impidiéndole el paso; entonces el príncipe se hizo para el lado contrario y el gato por tercera vez se colocó frente a él. Al ver la insistencia del gato en su deseo de impedirle el paso, el joven se preguntó qué era lo que estaba tratando de decirle. Como si el gato le hubiera leído la mente, lo llamó con su mano hacia una vereda y el príncipe lo obedeció. La vereda conducía a un pequeño templo abandonado y como ya comenzaba a oscurecer, decidió pasar allí la noche.

Desde el templo, su escolta descubrió que en el camino en que iban, les habían tendido una emboscada para matar al príncipe. Este, en agradecimiento a aquel que lo había salvado, mandó reconstruir el templo y mantener a los gatos que ahí vivían".